Aprender a permanecer no es tan fácil. Permanecer en una postura implica concentración, esfuerzo y, a la vez, fluir, dejarse llevar por lo que está sucediendo en ese momento. Es tener la capacidad de sentir plenamente lo que le está pasando a mi cuerpo y a mi mente; descubrir de qué manera afecta esa postura a mi respiración y viceversa; qué sensaciones, emociones y sentimientos se despiertan en esa asana.
Permanecer es detenerse activamente. Mientras permanezco en una postura, mis sentidos se agudizan, se hacen más sutiles, al punto de llegar a captar los detalles más insignificantes y paradójicamente, los más importantes.